lunes, 20 de agosto de 2012

Carta para una amiga perdida


Carta para una amiga perdida
Por Héctor Juárez

¡Hola!
Es difícil saber por dónde empezar, no sé si deba preguntar por última vez ¿qué pasó? Aún sigo sin entender la razón de tu enojo, pero después de tanto tiempo y de mis terapias, me he convencido que este distanciamiento, sólo fue el resultado de nuestra falta de ganas por resolver lo ocurrido y tal vez por no aceptar que nuestro ciclo había terminado y ya no nos hacíamos bien.

Recuerdo la innumerable cantidad de momentos compartidos durante la carrera, las flores que me dabas en el día de la secretaria por mi habilidad con el teclado; las películas de Barbie y los discos de Cristian Castro cuando los descubrimos como nuestros gustos culposos; el viaje a San Antonio para estrenar tu visa; las frases de tu mamá sobre su “adorado Héctor”; aquel día cuando cambié mi comida de fin de año por acompañarte a recibir tu primer auto nuevo; las clases de francés en el IFAL; la fiesta de cumpleaños a la cual te llevé un juego de limpieza, pues ya eras toda una señora bien casada; tu famosa frase de “no le digo pendeja porque es mi amiga”; tu blog mientras hacías tu estancia en Canadá; tus borracheras por decepción amorosa y cómo olvidar la madrugada en que tu casa se convirtió en el cuartel donde intentabas consolarme mientras lloraba por un mal momento vivido.

Debo confesar algo, desde ese último día en que hablamos, decidí no volver a celebrar mi cumpleaños, pues me sentía culpable por no haberte complacido cediendo a tu reclamo de festejarme a tu manera, creí necesario castigarme porque había fallado. Con tu partida vinieron las de otros y aunque sí me importaron, nadie me dolió tanto como tú. Mi regalo de cumpleaños número 30, fue ver desmoronarse mi supuesto grupo de amigos, tan sólido y cuasi perfecto.

Pero bueno, como dice mi terapeuta, “Dios acomoda” y la vida me regaló la oportunidad de reordenar mis ideas, aprender a estar solo, aceptar que nada es para siempre, sólo hay momentos efímeros de alegría y entendí que no puedo controlarlo todo y a todos, pues esa habilidad no sirve cuando se trata de mis afectos. 

Sé que te preguntas por qué te escribo hasta ahora. Es fácil, porque hoy ya no duele.

Héctor.

1 comentario:

  1. Ups.. muy muy bonito tu sentir, dificil se que fue para ti,porque por primera vez te vi llorar, considero que es una fortuna tenerte de amigo. Y así es "Dios acomoda" TE AMO.

    ResponderBorrar