24 de
marzo de 2013
Mi tobillo y más arándanos…
Esta vez la visita se debió a que me lesioné el tobillo y ¿qué
me trajo ahora? Gerberas y frutas. Si, es la primera vez que recibo flores y
para ser sincero, si es bastante halagador ese detalle. Ahora bien, lo
interesante es preguntarse por n-esima vez desde hace ya casi cuatro años, ¿por
qué lo hace? Me sigue pareciendo un juego bastante perverso entre los dos, pues
como lo dije en otra ocasión, no nos alcanza para ser una pareja y nos sobra
para llamarnos amigos y sin embargo, en cuanto supo lo que me paso, prometió
venir a verme y así fue.
Y como siempre, el tema no es que tenga esos detalles, sino
las consecuencias a esas visitas. ¡Pónganse en mi lugar! llevo 12 días con una
férula en el pie que me impide moverme libremente, he leído como loco, he visto
mucha tele y escuchado un millón de veces el himno a mis carencias afectivas:
“Esperare”, canción de Armando Manzanero y Presuntos Implicados (ah sí.. debe
ser ser esa versión, sino no me dan ganas de cortarme las venas con galletas de
animalitos). Deberán darme la razón si les digo que soy materia dispuesta para
llenar mi cabeza de chaquetas mentales, aunque Salvador diga que no son
carencias afectivas, sino que soy pendejo en el tema de los afectos. En fin, estas
carencias afectivas fueron removidas cuando el objeto de mi afecto se
apersonara en mi casa para comprobar que incluso tumbado en la cama no soy más
que un manojo de nervios, ya un poco más controlado, de sólo tenerle cerca.
Este escrito más allá de nombrarse mi tobillo y más
arándanos, deberíamos llamarle “Efectos Secundarios”, porque cada vez que el
universo confabula para estos encuentros, simplemente me surgen como dos
millones de pensamientos y reflexiones que atacan sin piedad a mi cerebro y a
pesar de conocer y haber decidido practicar el mantra mexicano: ¡Me vale
madres!, reconozco que la pregunta ¿Por qué no puede ser? Le sale ganando la
batalla y entonces corro despavorido a mis libros, a mis propios aprendizajes y
me repito una y otra y otra vez que así las cosas son perfectas y así debe ser,
todo sucede por algo, y que lo que no dio no va dar y acabo buscando a mi gurú
de estos temas, o sea, mi amigo Víctor Piña quien me repite que mi problema se
llama apego y me prometo a mí mismo no volverle a buscar, no tener ganas de
pasar por esto otra vez, me reconozco como un excelente partido con mucho que
ofrecer, me repito que debo soltar y mientras me convenzo que así será, espero se
cumpla la profecía de mi canción y un día sienta lo mismo que yo.
Ahora bien, si lo vemos por el lado optimista, junto con el
drama llega la iluminación, las ganas de volver a retomar mis escritos y plasmar
con palabras mi sentir. ¡Bueno! Algo productivo se debe obtener de todo esto. Ah!
Por cierto, esta vez los arándanos fueron el adorno a una ensalada de frutas
que me trajo, muy mala… pero no se lo digan, yo se lo haré saber la
siguiente vez…
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