jueves, 28 de marzo de 2013

Mi tobillo y más arándanos…


24 de marzo de 2013
Mi tobillo y más arándanos…

Esta vez la visita se debió a que me lesioné el tobillo y ¿qué me trajo ahora? Gerberas y frutas. Si, es la primera vez que recibo flores y para ser sincero, si es bastante halagador ese detalle. Ahora bien, lo interesante es preguntarse por n-esima vez desde hace ya casi cuatro años, ¿por qué lo hace? Me sigue pareciendo un juego bastante perverso entre los dos, pues como lo dije en otra ocasión, no nos alcanza para ser una pareja y nos sobra para llamarnos amigos y sin embargo, en cuanto supo lo que me paso, prometió venir a verme y así fue.

Y como siempre, el tema no es que tenga esos detalles, sino las consecuencias a esas visitas. ¡Pónganse en mi lugar! llevo 12 días con una férula en el pie que me impide moverme libremente, he leído como loco, he visto mucha tele y escuchado un millón de veces el himno a mis carencias afectivas: “Esperare”, canción de Armando Manzanero y Presuntos Implicados (ah sí.. debe ser ser esa versión, sino no me dan ganas de cortarme las venas con galletas de animalitos). Deberán darme la razón si les digo que soy materia dispuesta para llenar mi cabeza de chaquetas mentales, aunque Salvador diga que no son carencias afectivas, sino que soy pendejo en el tema de los afectos. En fin, estas carencias afectivas fueron removidas cuando el objeto de mi afecto se apersonara en mi casa para comprobar que incluso tumbado en la cama no soy más que un manojo de nervios, ya un poco más controlado, de sólo tenerle cerca.

Este escrito más allá de nombrarse mi tobillo y más arándanos, deberíamos llamarle “Efectos Secundarios”, porque cada vez que el universo confabula para estos encuentros, simplemente me surgen como dos millones de pensamientos y reflexiones que atacan sin piedad a mi cerebro y a pesar de conocer y haber decidido practicar el mantra mexicano: ¡Me vale madres!, reconozco que la pregunta ¿Por qué no puede ser? Le sale ganando la batalla y entonces corro despavorido a mis libros, a mis propios aprendizajes y me repito una y otra y otra vez que así las cosas son perfectas y así debe ser, todo sucede por algo, y que lo que no dio no va dar y acabo buscando a mi gurú de estos temas, o sea, mi amigo Víctor Piña quien me repite que mi problema se llama apego y me prometo a mí mismo no volverle a buscar, no tener ganas de pasar por esto otra vez, me reconozco como un excelente partido con mucho que ofrecer, me repito que debo soltar y mientras me convenzo que así será, espero se cumpla la profecía de mi canción y un día sienta lo mismo que yo.

Ahora bien, si lo vemos por el lado optimista, junto con el drama llega la iluminación, las ganas de volver a retomar mis escritos y plasmar con palabras mi sentir. ¡Bueno! Algo productivo se debe obtener de todo esto. Ah! Por cierto, esta vez los arándanos fueron el adorno a una ensalada de frutas que me trajo, muy mala… pero no se lo digan, yo se lo haré saber la siguiente vez… 

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