Sábado 8 de septiembre de
2012
Querido diario:
Hoy ha sido uno de esos días que
parecen tener más de 24 horas, pues cuando inició y terminó, estaba despierto. El
viernes cene en casa de mi partner
Inga y David. Hacia varios meses desde nuestro último encuentro, entonces
teníamos harto chisme para platicar. Empezaron por preguntar todo sobre mi
rollo de escritor región cuatro y después me reclamaron por no haberles
incluido en la cata de vinos de esa semana, pero ya acordamos ir juntos la
siguiente vez. Con ellos charlé sobre los ya famosos arándanos, que se han
convertido en el sobrenombre del objeto de mi afecto y, después de burlarse a
gusto de mi cara de imbécil al tocar el tema, sólo atinaron a comentar que era
muy chido el estar así, imbécil. Para cuando quedó saciada su curiosidad sobre
mis últimas actividades y después de presumirme su certificación como buzos y señalar que ahora se dedican al turismo
religioso, gracias al tío de David, quien es sacerdote, ya eran las dos de la
mañana cuando dimos por terminada la visita y acordamos ir al hipódromo a vivir
una nueva experiencia antropológica. Me hicieron favor de llevarme a casa y así
empezó el sábado.
Llegué a casa a dormir y alrededor
de las nueve de la mañana me despertó una llamada, era mi tío Salvador con
noticias de su hermano Genaro, me contaba que estaba enfermo, se encontraba en
su casa y me pedía avisar a mi papá por
si decidía visitarlo debido a su mal estado de salud. Después de colgar, le
llamé para darle el recado y me confirmó su intención de ir en el transcurso del
día. Una vez cumplida mi labor de buen hijo y sobrino, seguí durmiendo hasta que
el hambre me despertó.
Después de levantarme, comí algo
ligero y me dedique a las labores chachescas,
ocasionadas por vivir sólo. Para las tres de la tarde había terminado de
recoger mi casa, había tomado un baño y estaba listo para mi siguiente evento:
la comida anual en casa de los papás de Kenia con motivo de su visita a México.
Tardé más de una hora en llegar hasta allá. La encontré en sus labores de mamá
intentando lograr que William comiera su sopa, mientras Sophie era atendida por
su niñera, pues a mi pobre amiga su marido le contrató una niñera al no poder sola
con sus dos hijos. Después de un rato pudimos charlar los dos minutos libres,
entre sus hijos y la llegada de las siguientes visitas, momento en que asumí el
papel de su niñera y me tocó hacerme cargo de su princesita, la cual no lloró
en mis brazos pero me hizo sufrir al intentar darle una especie de gerber gringo.
Cuando me toca hacer esas tareas confirmo mi temor a los niños, pues me generan
tal angustia al pensar que se me pueden caer, ahogar o romper, entonces, mi
primer reflejo me hace ver a quién le puedo endosar a las criaturas.
La reunión estuvo muy divertida,
tuve oportunidad de conocer a muchos de sus compañeros de la universidad, un
grupo de gente bastante interesante, algunos en el tema de las inversiones,
otro de la producción, otra dueña de una florería. Una más se dedicada a las
ventas de la Suprema Corte de Justicia, otro dedicado a la reingeniería de
procesos en bancos, a quien ofrecí
presentarle a una buena amiga, si una de las vestidas de verde en la fiesta del
semáforo, y mi heroína de la noche, Rosalía, pues cuida a 44 niños de 6 años. Mi
perfil de auditor y al ser el desconocido de la noche me hicieron verme en la
penosa necesidad de ir entrevistando a cada uno de los que llegaba para saber
con qué especímenes trataba, la verdad estuve muy contento y les rogué me
invitaran a su próxima cita para llevar el seguimiento de los avances en sus
vidas.
Otra muy buena sorpresa de la noche
fue conocer a Laura, comadre de Kenia y camarada de mi también amigo Rafa. Los
tres se conocieron en Nueva York y ahora Laura vive en el DF y eso nos
permitió coincidir y pasar una muy agradable noche como los “colados” a la
reunión de rencuentro de ese día.
Como buena mamá, después de las 10
de la noche, Kenia se ausentó un rato para dormir a sus pequeños mientras en el
comedor seguía la chorcha entre este nuevo clan, quienes además de interesantes,
resultaron ser unos forever alone, de
ocho miembros, sólo tres están casados, el resto jura estar aterrorizado ante
el compromiso, por eso me cayeron tan bien y nos entendimos. Al llegar la media
noche, fue hora de empezarse a despedir, la cara de cansancio de Kenia era
evidente y no es lo mismo, hace 12 años que salía con mi querida “huarachitos”
en metro a recorrer Coyoacán, al día de hoy, que es una señora con dos hijos y niñera,
pero igual la quiero. Como en cada encuentro, nos repetimos que nos extrañamos,
me insiste en ir a visitarla y nos despedimos como si mañana mismo fuéramos a
vernos. Estas son las muestras de una amistad sincera que rebasa el tiempo y el
espacio y aunque estamos lejos, el cariño no mengua.
Al llegar a mi casa sobre la 1:30
am del domingo y revisar, como cada noche, religiosamente cualquier cosa importante
en mi Facebook, me encontré con la noticia de una de mis primas (hija de
Genaro) diciendo: ”siempre te recordare”. Enseguida, intenté localizar a mi
papá y me enteré de su visita a mi tío, él
cual estaba muy mal, por lo que en unas horas regresaría a su casa. Me ofreció
pasar por mí en unas horas, lo cual acepté enseguida, sin embargo, ya no tuve
oportunidad de encontrar a mi tío con vida. Una hora después, mi papá me
despertó avisándome del fallecimiento de su hermano. Esta noticia sacudió a mi
familia. Bien vale la pena te escriba todo lo sucedido los dos días siguientes,
pues mi terapeuta siempre me recomienda hacerlo, pero todavía no me llega el
valor para eso, entonces nos vemos en unos días más.