lunes, 29 de julio de 2024

La mala costumbreLa mala costumbre by Alana S. Portero
My rating: 5 of 5 stars

Un relato personal y profundo que nos permite conocer la historia personal de alguien que sabe que no ama al reflejo que encuentra en los espejos y el proceso que vive para reconcialiarse consigo misma. Imperdible

"El maldito tiempo, lo que se nos arrebata a las mujeres como yo. El tiempo de ser niñas, el tiempo de ser adolescentes, el tiempo de los amores torpes, el tiempo de llorar por imbéciles, el tiempo de hacer amigas, discutir con ellas y hacer las paces enseguida, el tiempo de bailar como locas, el tiempo de aprender a ser mujeres sin interrupción. Nada de eso se nos concede cuando corresponde o se hace en dosis que tenemos que robar al destino y apurar con ansia, como bebiendo de pozos en mitad del desierto, sabiendo que entre uno y otro vamos a morir de sed."


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lunes, 1 de julio de 2024

 

Estoy mucho mejorEstoy mucho mejor by David Foenkinos
My rating: 5 of 5 stars

Con esa manera tan amable/elegante y sencilla de narrar, Foenkinos nos comparte la vida de un hombre en sus 40 que en un momento se descubre empujado por la vida a salir fuera de su zona de confort y nos comparte su proceso para reencontrarse a sí mismo y darse cuenta que esta mucho mejor.

"Uno debería vivir su vida al revés para no fracasar."
"Nuestro dolor podría ser la suma de las naderias en las que hemos fracasado."
"Puede que la vida de los demás sea el mejor refugio cuando la nuestra nos desespera."
"Élise leía una novela muy gruesa; y eso tampoco era estampa de la felicidad; cuando uno es feliz, lee novelas cortas; es señal de fragilidad querer sepultarse así bajo cientos de páginas."

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martes, 17 de marzo de 2020

Arándanos secos



Marzo 2020

Sucedió en junio del año pasado, no llego a la cita que acordamos y las siguiente tres semanas ni siquiera respondió mis saludos. Deje de buscarlo. Apenas comenzaba mi experiencia de estar sin trabajo, deprimido y sintiendo que a nadie le importaba y él no estuvo, no se enteró de todo lo vivido en ese proceso. Él quien dijo que también haría mucho por mi. Él que en su último cumpleaños me mostró al hombre más sensible del mundo y que durmió conmigo después de habernos acabado una botella completa de whiskey. Y bueno, al final me gano la soledad, me gano ese terrible deseo desesperado por encontrar una sola cosa que diera un poco de sentido a mi vida, que me regalara una sonrisa, que me diera un poco de ilusión y una madrugada de desesperación, muy cerca del 14 de febrero le escribí. Y lo hice a manera de reclamo, lo hice esperando que no respondiera más, lo hice queriendo que por fin me rompiera el corazón y me hiciera odiarlo y dejarlo de amar y dejar de soñar de una vez por todas con algo que jamás sucederá. Erre mi pronóstico. Ocho y media de la mañana y ya tenía su respuesta en el correo. Me dijo que también me extrañaba y que le permitiera llamarme y acordar una cita ese mismo fin de semana. Él también tuvo su buena sacudida personal en estos meses y eso lo sumió un poco en su aspereza de carácter pero ya paso. La crisis dio lugar, nuevamente a esos encuentros vertiginosos entre nosotros, dió paso a un nuevo periodo de complicidad, de compañía, de cercanía, de esos que siempre me hacen creen que si me quiere y que si le importo. Y sé que es así, se que le soy importante, sé que le represento algo bueno, pero jamás algo trascendente o prioritario. ¿Qué porque estoy ahí entonces? Ni yo lo tengo claro. El tema lo he tratado con 3 terapeutas y estoy por comenzar a desarrollarlo con la 4 y espero enserio que descubra porque no puedo sacarlo de mi mente y de mi vida de un jalón. Y bueno, más que no poder, porque no quiero, porque a pesar del tiempo y la distancia, sigues siendo tan importante para mi como la primera vez que te vi y te entregue mi corazón. Ha pasado mucho tiempo de esa vez, a pasado mucho desde entonces, he crecido y sigo fiel a ti, como siempre. Esta vez intentaré sin expectativas no equivocarme más y si has de quererme, que así sea y si no, que la vida me acabe de dar el putazo que necesito para soltarte. 

domingo, 28 de octubre de 2018



Arándanos 3

Después del último concierto de Drexler, por casualidad di con una canción en una playlist de mi hermano. Se llama “desde el fondo de mi corazón”, y no voy a negar sentirme identificado. El coro dice más o menos así:

Y, desde el fondo de mi corazón, antes que pierda la razón,
No vuelvas nunca más a mí.

Y como dice la canción, desde el fondo de mi corazón, lo reconozco, no estoy bien, yo te adoro y amo saber y estar cerca de ti, pero me desbarato cada vez que se repite el patrón y te veo y reconectamos y la pasamos bien y unos días va y viene la comunicación y después te vas y no sé más de ti, y sé que, aunque insista con algunos mensajes diarios, muchas veces se quedarán ahí, como enviados al aire.

Tu siempre has sido honesto conmigo, yo sé que lo que siento por ti es sólo mío y no es reciproco y por Dios que he intentado dejarte en una posición de amigo nada más, pero no puedo. La verdad es que el madrazo emocional que me llevo después de verte siempre es igual. Yo sé que uno no elige de quien se enamora y bueno, por alguna razón me toco hacerlo de ti y ha sido encantador, pero ya no puedo más. Creo que jamás te veré sólo como mi amigo y no puedo hacer otra cosa que agarrar mi par de patines y salir corriendo.

Me quedo con la enorme ilusión de ese sentimiento honesto y sincero por ti, de saber que esos momentos compartidos que han sido muy buenos, me quedo con la emoción de no haberme decepcionado si hubiera fallado algo entre nosotros y me quedo con la idea de que, si nos hubiéramos encontrado en otro momento de nuestras historias, quien sabe, igual y si habría surgido algo lindo. Y lo mejor que todo, me quedo sabiendo que, si bien mi amor no fue correspondido, si logre ganarme tu cariño.

Te agradezco tu honestidad, te agradezco el haber sido todo este tiempo un motivo para sonreír, para esforzarme, para procurar volverme una mejor versión de mí mismo, porque eso me ha vuelto un mejor yo.

No sé qué tan cursi sea escribir para decir estas cosas, pero acepto que no tendría los huevos para verte a los ojos y pedirte que dejemos de buscarnos. Si la soledad me traiciona y alguna vez lo hago, ignórame por favor. Tal vez el día de mañana nos volvamos a topar y te diga que encontré lo que quería o tal vez no. En cualquier caso, te deseo una vida feliz, una vida plena, una vida llena de esta tranquilad que buscas. Por favor, guárdame en tu mente y en tu corazón como un buen tipo y como el recuerdo de buenos momentos compartidos.

¡Gracias V!

¡Hasta siempre!

sábado, 24 de febrero de 2018


23 de febrero de 2018

Arándanos II
Por Héctor Juárez

La primera vez que escribí para el taller de creación literaria, lo hice sobre una visita tuya a mi oficina. Aquel relato se llamó Arándanos. Habíamos salido el fin de semana previo y pasamos a comprar dulces para tu mamá y me preguntaste si quería algo y pedí arándanos; así, el día que llegaste a saludarme, llevabas fruta y unas barras de arándanos, pues habías recordando que me gustan. Por eso, ahora que vuelvo a escribir de ti, es justo llamarle así: Arándanos II. Y debes saber que ese primer relato ha sido uno de los más aplaudidos de mis escritos y fuiste tú mi inspiración.

¿Que qué necesito para ser feliz? Pregunta difícil la tuya después de tanto tiempo, pero como bien lo dijimos, hace algunos años no me lo habrías preguntado y de haberlo hecho, mi respuesta hubiera sido una lista interminable de cosas. Hoy mi respuesta es mucho más simple, hoy no necesito nada porque todo lo que necesito para serlo está dentro de mí. Pero si tú decidieras intentar algo conmigo, volverías más felices mis días y yo haría lo necesario para ayudarte a ser feliz, pues no pretendo ser tu felicidad, porque esa solo tú sabes cuál es, solo desearía que nos acompañáramos en este camino y ser un motivo para sonreír.

Pero vamos más atrás, empecemos por ese día, sí, ese día de hace varios años en que me pediste invitarte a desayunar. Acepté a pesar de tener en puerta una cena para celebrar que terminaba ese proyecto escolar. Y, honestamente, no creí que hubiera una segunda vez, pero reconozco que cuando bajé de tu carro frente a mi casa, ya nada volvió a ser igual para mí. Por alguna razón, a partir de ese día, tu nombre se grabó en mi mente y en mi corazón. Desde entonces siempre estás presente.

Aún recuerdo lo nervioso que me ponía tu presencia, mantengo en mi mente tu emoción cuando te regalé las mancuernillas que hasta bajaste del carro para darme un abrazo, el primer beso que te di, la vez que estuvimos juntos, las muchas veces que hemos ido juntos a las ferias de libros, y por supuesto, cada uno de los conciertos que ha ofrecido Drexler en CDMX, no hemos faltado a ninguno.

Contigo he recorrido nuevos lugares, te he compartido mis descubrimientos, has conocido de mis muchos dramas de la vida, yo he aprendido a reconocer tus estados de ánimo, conozco tu fecha de cumpleaños y hasta la de tu mamá, conozco a dos de tus sobrinos, hemos desayunado, comido y cenado más de una vez, sé cuál es tu libro favorito, y hasta me volví fan de un par de tus músicos predilectos. Si tuviera que hacer un recuento de las veces que hemos tenido alguna diferencia y nos hemos reconciliado, puedo asegurarte que ni siendo una pareja formal, serían tantas.

Tengo que contextualizar todo esto para poderte explicar algo que no me atreví a decirte la otra noche. Me dijiste que tal vez yo me preocupaba por los demás a mi manera, sin preguntar cómo están. La verdad es que no, la verdad es que tú nunca te vas de mis pensamientos ni de mis oraciones. La verdad es que no se me olvida preguntarte cómo estás, qué haces, cómo sigues. La verdad es que a veces hago esos espacios porque te amo y a veces intento dejar de hacerlo, pero la realidad es que nunca funciona. Al final, de una u otra manera reconectamos y seguimos aquí: compartiendo.

¿Y sabes?, dándole permiso a mi corazón, sería lindo que, como reza el poema de Benedetti:
…. un día cualquiera
no sé cómo ni sé
con qué pretexto

por fin me necesites.

domingo, 22 de marzo de 2015


2015

Dictó la numerología que para mí este año es “espiritual”. Ya me alcanzó marzo y sigo averiguando de qué chinga se trata eso. Lo que si tengo bien claro es que estos tres meses han sido algo densos, pues han estado cargados de una serie de eventos que hasta ahora me han tatuado en mi mente, una sólo pregunta: ¿Qué quiero hacer con mi vida? Al principio creí que sólo sería una más de mis innumerables masturbaciones mentales que mi enorme ocio logran ocasionarme, pero después de aceptar que me he dedicado tanto a llenar mis horarios entre el trabajo y la escuela, resultaría imposible darle vueltas a una misma cosa tanto tiempo. Además de todo eso, mis reacciones de total drama, como la de esa tarde en el cine en que rompí a llorar analizando si el día de mañana mi objetivo de trascender me va alcanzar para sentir que no me falle a mí mismo, entonces y sólo entonces fue que acepte que a lo mejor brinque sin bronca la crisis de mis primeras tres décadas, sin embargo, parece que hay algún aprendizaje que se me ha quedado atorado en el camino y en este año el sabio y bien odiado karma me dará unos cuantos chingadazos de esos que duelen bien dentro y que sólo quien los sufre es capaz de entender, para ver si averiguo de una vez por todas que es eso lo que tanta falta me hace y me ha ocasionado hasta ansiedad por conseguir más y más cosas y aprender más y hacer más y con nada tener paz en mis adentros.

Y acepto que me preocupa mi actual escenario, pues apenas llevó un cuarto del año y en estos meses me ha invadido una tremenda duda sobre si en verdad quiero la vida que tengo o invariablemente debo tomas las decisiones necesarias para ajustarla y sentirme satisfecho, sin embargo, mi muy maquiavélica mente también me hace preguntarme si no es mi entorno el que necesita un ajuste, sino más bien mi yo interno, el Héctor al que apague por mucho tiempo para chingarme aprendiendo, creciendo, haciendo lo que yo “creía “ debía cumplir, aunque hoy sé que no es así, que todo cuanto hice fue para mejorar, para crecer, para ser una mejor versión de mí, pero jamás porque debiera, sino porque así lo decidí y asumo mi responsabilidad, pero tal vez, como me lo hiciera ver Salvador, el problema no es pagar el precio por lo que quiero, pues lo sé hacer, con lo que de verdad no puedo es con el costo que ese pago va implicarme. En estos meses me he cuestionado por n-esima vez que tanto he errado en mostrar esa inagotable imagen de tenerlo todo bajo control y siempre estar bien. Me sorprende estar tan ensimismado en mis ideas sobre que quiero y que a mis cercanos les sea tan fácil asumir que como siempre, estoy bien. Digo, no quiero suplir a mi terapeuta pero de repente algo de diversión que evite estar pensando en lo mismo a nadie le viene mal, incluso a veces sólo quisiera un poco de compañía.

De lo que hoy si estoy seguro es que ya no quiero sentirme sensible, ya no quiero estar pensando en cómo se va transformar el universo si decido A o B. No quiero más estar pensando si mi familia me necesita y que así debe ser, en que debo aprender a vivir y disfrutar lo que tengo. Hoy ya no quiero sentir un nudo en la garganta ante cada película y en todo a mi alrededor encontrar ese mensaje subliminal que me obliga a seguir cilindrándome sobre mi razón de ser. De verdad que ya no quiero más “señales”. Si en verdad este es mi año espiritual… ¡que pinche espíritu tan atormentado tengo de veras! Y pese a todo mi sentir y mi cruel raciocinio, estoy decidido a confiar, pues sé que el proceso de la vida es perfecto, todo se acomodará y las decisiones que deba tomar para el camino que estoy destinado a recorrer se me presentaran y la vida, sabiamente, me dará todos los madrazos requeridos hasta encaminarme correctamente.

viernes, 5 de septiembre de 2014

El Club de los “forever alone”




El Club de los “forever alone

 
Por Héctor Juárez

La primera vez que escuché el término forever aloneme dio risa, pues vino a colación en una reunión de cumpleaños, cuando me dijeron que los treinta son los nuevos veinte pero con dinero y sin tener que pedir permiso. Eres libre para hacer de tu vida un papalote y echarlo a volar. Me gustó tanto, que decidí navegar en adelante con esa filosofía, además de ser un tema cada vez más común en los círculos en que me desenvuelvo, pues siempre hay uno que otro que ocupa el mismo argumento para justificar su soledad.

Los primeros miembros, son los integrantes de mi pandilla, todos con más de treinta años, productivos, de buen ver, inteligentes, agradables y que secretamente están esperando caer en las redes de la frivolidad y estupidez que acompañan al enamoramiento, es más, Ezequiel con unas copas de más, asegura querer ser un mandilón. Sin embargo, todas sus cualidades, las estatuas de San Antonio puesta de cabeza, los patos mandarines que recomienda el feng shui para conseguir pareja y las fiestas de semáforos no han servido para que encuentren a su “peor es nada”.
 
Y la soltería que comparte un forever alone que se respete podría parecer una simple coincidencia, sin embargo hay situaciones como la de aquella reunión con mi amiga Kenia, en la cual conocí a un grupo de sus compañeros de la universidad con el mismo perfil: personajes con más de tres décadas, trabajadores, independientes, en general buenos partidos, pero todos solteros, condición que los vuelve miembros activos de este club. Y la cosa se pone aun peor, pues en mi familia también se encuentran más especímenes de esta clase que en cada ocasión posible recibimos los sabios consejos de la abuela sugiriéndonos al menos adoptar un hijo para que “alguien nos llore cuando faltemos”.
 
Eso sí, todo forever alone es un convencido de que este es momento para la búsqueda de la paz interior, para aprender a disfrutar de la compañía de uno mismo, para invertir en el desarrollo del intelecto. Se inscribe a todos los cursos que se ponen enfrente, asegura no tener el menor interés en el compromiso, pues se trata de un alma libre y jura preferir las salas de cine sin nadie a su lado que le impida apreciar el filme.

La verdad es que para el club de los “forever alone”, nuestros contemporáneos que ya han encontrado con quien pelearse el resto de sus vidas e incluso se han atrevieron a ser padres, son muy afortunados y aunque ellos mismos nos digan que así estamos bien, a veces nos causan envidia, pero lo olvidamos cuando nos vamos de viaje, salimos de compras o dormiros hasta el medio día sin un terrorista en miniatura cerca de nuestra cama obsesionado con jugar o ver a Chabelo en la tele.

Es importante señalar que esta peculiar tribu urbana, por llamarle de algún modo, juega ciertos roles sociales: son los mejores amigos, consejeros, tíos, hermanos, nietos y todo aquella posición que lo ponga a disposición de los demás. También se distinguen por ser crédulos, por haberse perdido una parte importante de su desarrollo social en los inicios de sus 20s, pues estaban tan ocupados aprendiendo, trabajando, creciente, que olvidaron vivir y tomar experiencias chuscas que hoy puedan compartir en una reunión de gente normal.

Ah! También somos víctimas de la tecnología, hemos aprendido a comunicarnos por la internet, a conseguir un meritorio diploma al dominio del Facebook (lo tomamos como terapia) y si nos queda un poco de tiempo hasta tweeteamos nuestros estados de ánimo, nos regodeamos en cada comentario en las redes sociales y obviamente somos ciberapapachados por otros tantos forever alone que siguen creyendo que algún día llegara su otra mitad.

También pagamos gimnasios, terapeutas, bariatras, lecturas de cartas. Eso si, somos la adoración de los hijos de nuestros amigos, pues siempre los compramos con regalos o tenemos algo interesante en nuestras casas. Somos fanáticos del feng shui, nos damos regalos caros y tenemos pasatiempos raros, nos encanta ser padrinos de todo y somos capaces de sostener charlas profundas con otros forever alone sobre todos los requisitos que un ser iluminado debe tener para osar contar con nuestra presencia en sus vidas.

Por otro lado, existen enormes beneficios al pertenecer a este club: hemos viajado, es decir que conocemos otros países, otra gente, hablamos más de un idioma, peleamos por cargos ejecutivos, tenemos tablas en el manejo de equipos, hemos tejido importantes redes de contactos, somos responsables, confiables e increíblemente comprometidos.

Sin embargo, las carencias afectivas también acompañan a esta condición y por decirlo de forma sutil, andamos con perfil bajo en busca de un ser humano que con su presencia agite nuestra maravillosa estabilidad y sea capaz de regresarnos a esa época maravillosa de nuestras vidas en que sentíamos mariposas en el estómago, nos temblaban las piernas y nos sudaban las manos.

Y es en esa discreta búsqueda que se aparece uno que otro espécimen al cual decidimos creerle cualquier historia que nos platique, nos dice “mi alma” y le exigimos casa y carro. Es ahora cuando el tiempo empieza a pasar facturas y recurrimos a largas sesiones nocturnas con nuestros compiches para obtener opiniones inútiles sobre que nos pareció el último pretendiente, las cuales ,dicho sea de paso, siempre son terribles encontronazos con la realidad que compartimos y nunca apoyamos el dejarnos ir como gorda en tobogán, guiados por nuestros sentimientos pues ya somos adultos y estamos llenos de prejuicios: no por el trabajo que tiene, no por el que dirán, etc.

En realidad creo que simplemente en el camino que hemos recorrido no nos alcanza para aceptar que no siempre se gana, que no siempre obtendremos todo lo que deseamos, que a veces vamos a sufrir y nos van a romper la madre, pero que nuestra capacidad de volver a nuestro estado original y soportar las tempestades esta más que probada y que nunca pero nunca va llegar ni el momento ni la persona perfecta para tirar nuestra membresia a este club, porque somos un perfecto ejemplo de cobardía, pero eso sí… con mucho estilo, pues..antes muertos que sencillos. 

 
 


miércoles, 2 de octubre de 2013

Poema

 

Si pudiera vivir nuevamente mi vida,
en la próxima trataría de cometer más errores.
No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más.
Sería más tonto de lo que he sido,
de hecho tomaría muy pocas cosas con seriedad.
Sería menos higiénico.
Correría más riesgos,
haría más viajes,
contemplaría más atardeceres,
subiría más montañas, nadaría más ríos.
Iría a más lugares adonde nunca he ido,
comería más helados y menos habas,
tendría más problemas reales y menos imaginarios.

Yo fui una de esas personas que vivió sensata
y prolíficamente cada minuto de su vida;
claro que tuve momentos de alegría.
Pero si pudiera volver atrás trataría
de tener solamente buenos momentos.

Por si no lo saben, de eso está hecha la vida,
sólo de momentos; no te pierdas el ahora.

Yo era uno de esos que nunca
iban a ninguna parte sin un termómetro,
una bolsa de agua caliente,
un paraguas y un paracaídas;
si pudiera volver a vivir, viajaría más liviano.

Si pudiera volver a vivir
comenzaría a andar descalzo a principios
de la primavera
y seguiría descalzo hasta concluir el otoño.
Daría más vueltas en calesita,
contemplaría más amaneceres,
y jugaría con más niños,
si tuviera otra vez vida por delante.

Pero ya ven, tengo 85 años...
y sé que me estoy muriendo.

 

jueves, 28 de marzo de 2013

Mi tobillo y más arándanos…


24 de marzo de 2013
Mi tobillo y más arándanos…

Esta vez la visita se debió a que me lesioné el tobillo y ¿qué me trajo ahora? Gerberas y frutas. Si, es la primera vez que recibo flores y para ser sincero, si es bastante halagador ese detalle. Ahora bien, lo interesante es preguntarse por n-esima vez desde hace ya casi cuatro años, ¿por qué lo hace? Me sigue pareciendo un juego bastante perverso entre los dos, pues como lo dije en otra ocasión, no nos alcanza para ser una pareja y nos sobra para llamarnos amigos y sin embargo, en cuanto supo lo que me paso, prometió venir a verme y así fue.

Y como siempre, el tema no es que tenga esos detalles, sino las consecuencias a esas visitas. ¡Pónganse en mi lugar! llevo 12 días con una férula en el pie que me impide moverme libremente, he leído como loco, he visto mucha tele y escuchado un millón de veces el himno a mis carencias afectivas: “Esperare”, canción de Armando Manzanero y Presuntos Implicados (ah sí.. debe ser ser esa versión, sino no me dan ganas de cortarme las venas con galletas de animalitos). Deberán darme la razón si les digo que soy materia dispuesta para llenar mi cabeza de chaquetas mentales, aunque Salvador diga que no son carencias afectivas, sino que soy pendejo en el tema de los afectos. En fin, estas carencias afectivas fueron removidas cuando el objeto de mi afecto se apersonara en mi casa para comprobar que incluso tumbado en la cama no soy más que un manojo de nervios, ya un poco más controlado, de sólo tenerle cerca.

Este escrito más allá de nombrarse mi tobillo y más arándanos, deberíamos llamarle “Efectos Secundarios”, porque cada vez que el universo confabula para estos encuentros, simplemente me surgen como dos millones de pensamientos y reflexiones que atacan sin piedad a mi cerebro y a pesar de conocer y haber decidido practicar el mantra mexicano: ¡Me vale madres!, reconozco que la pregunta ¿Por qué no puede ser? Le sale ganando la batalla y entonces corro despavorido a mis libros, a mis propios aprendizajes y me repito una y otra y otra vez que así las cosas son perfectas y así debe ser, todo sucede por algo, y que lo que no dio no va dar y acabo buscando a mi gurú de estos temas, o sea, mi amigo Víctor Piña quien me repite que mi problema se llama apego y me prometo a mí mismo no volverle a buscar, no tener ganas de pasar por esto otra vez, me reconozco como un excelente partido con mucho que ofrecer, me repito que debo soltar y mientras me convenzo que así será, espero se cumpla la profecía de mi canción y un día sienta lo mismo que yo.

Ahora bien, si lo vemos por el lado optimista, junto con el drama llega la iluminación, las ganas de volver a retomar mis escritos y plasmar con palabras mi sentir. ¡Bueno! Algo productivo se debe obtener de todo esto. Ah! Por cierto, esta vez los arándanos fueron el adorno a una ensalada de frutas que me trajo, muy mala… pero no se lo digan, yo se lo haré saber la siguiente vez… 

sábado, 15 de diciembre de 2012

La Boda


20 de octubre de 2012

La Boda

Creo que existen pocos momentos tan emotivos para dos personas que se aman como el día de su boda, si, ese día en el que frente a una bola de metiches y gorrones se juran estar juntos hasta que la muerte los separe. De verdad que ese instante debe ser uno de los más increíbles en la vida.

Este fin de semana he tenido la oportunidad de ser parte de uno de estos momentos irrepetibles. Una de mis amigas más cercanas, Fabiola, llego al altar y como buena niña decente cumplió todo el protocolo que reclama la sociedad. ¡Claro! salió de blanco y tuvo una de las bodas más bellas en que me ha tocado estar. Ahora bien, no negaré que mi apreciación es completamente parcial pues está influenciada por el enorme cariño que guardo por la pareja, además que mi adorada amiga papiroflexica (si, es que me enseño hacer cajitas con hojas de colores) y su ahora marido, Gustavo, me compartieron los preparativos de tan rimbombante evento desde varios meses atrás, con amenazas ante cualquier revelación facebookera sobre el escenario en que tendría lugar el evento.

Antes de decir algo más, es justo hacer un resumen sobre mi amistad con la novia, la cual se remonta a mi primer día en la universidad, pues junto a su inseparable amiga Sandra, fueron las primeras en someterme al interrogatorio cotidiano entre compañeros para averiguar dónde había estudiado la prepa y esa clase de cosas sin importancia que sirven de pretexto para entablar platica. Y desde entonces hasta hoy, hemos seguido tan cercanos que incluso algunos años después de haber egresado de la carrera, coincidimos en el Posgrado de la FCA de la UNAM, donde estudiamos la maestría y nos acompañamos muchas noches de regreso a casa, pues también somos casi vecinos. Después de varios años de aquel primer encuentro escolar, puedo presumir que hemos reído, llorado, tomado y no se cuantas cosas más juntos, hasta compartimos nutrióloga. Sólo me falta convencerla de que también vaya con mi terapeuta.

En fin, mientras sigo trabajando en convencerla de ir con Nilda (mi terapeuta), nos llegó su boda. En este evento tuve el honor de participar en la ceremonia religiosa. Los novios me pidieron entregarles unas arras muy especiales que utilizaron ese día, lo cual fue un verdadero honor para este humilde siervo del señor (¡amén!). Eso si, para cumplir con este compromiso y presentar las arras de lo mejor,  puse a mis esclavas de servicio social a aplicarles toda clase de limpiadores y pulirlas hasta que las manos les quedaron negras, así que darme el crédito de haberme encargado de la limpieza sería injusto, aunque si puedo adjudicarme la elección del cofre y el estuche en que las presenté.

Regresando al tema de la ceremonia, aceptaré que tuve que hacer un esfuerzo sobrehumano por no chillarle a gusto como lo hubiera querido, pero veía a los novios todos sonrientes y felices y decidí no desentonar con tanta alegría,  así que me dije a mi mismo: “mi mismo, aguántese como los machos y no le chille” y me mantuve bien seriecito, aunque mis piernitas temblaban cuando vi llegar a mi amiga vestida de novia.  Y no olvidemos la música vernácula que amenizó la ceremonia, eso si que fue original, aunque el termino “original” se queda corto cuando uno trata de calificar a esta peculiar pareja que siempre me logra sorprender.

Después de superar la chilladera interna que traía, comerme mis mocos y demás, regresamos a la hacienda donde tuvo lugar el fabuloso festejo y ahí si se me olvido el drama y me la pase increíble. La recepción arrancó con huapangos, vasos con pulque para delicia de mi señor padre, martinis de cereza y mora que nos hicieron muy felices pues estaban excelentes y todo eso acompañado con muchos bocadillos mexicanos, es decir: pambacitos, sopesitos, quesadillitas, etc. Y después de un par de horas prealimentanos y marinándonos en alcohol,  nos pasaron al salón de la hacienda en donde sirvieron una muy rica comida, una pecaminosa mesa de dulces, un servicio de café de diez, cup cakes ligeramente dulces  y hasta un pambazo en la tornafiesta, todo acompañado de unos vinos que me hicieron perder el estilo y acabar no ebrio, sino lo que le sigue.

Y que decir de la compañía, hubo rencuentros con compañeros de la universidad que tenía años de no ver y que descubrí en su modo “papas” o viajeros frecuentes. Fue el pretexto perfecto para compartir con algunos otros a los que soy más cercano – es decir, que puedo recitar sus vidas, secretos y pecados -  como Ezequiel y la comadre, Haydee, y hasta con nuestra amiga de altamar, Larisa. En este fin de semana platicamos, reímos, brindamos, les deseamos lo mejor a los novios y nos divertimos como hacía mucho no lo hacíamos, pues tanta platica ocasiono una sed severa que sólo apago el vino rosado, el cual provocó muchos desfiguros y nos dejó liberarnos de la pose que teníamos entre trajes, vestidos largos y copetes y nos permitió dar rienda suelta a gritos, bailes y uno que otro feliz ridículo. (Para mayor referencia ver el álbum fotográfico en Facebook sobre el evento)

Hubo un momento en la noche en que ya totalmente apagada nuestra sed (léase: alcoholizados), sin frío y muy alegres comenzamos a renovar el concepto de los arreglos de mesa, pues lo aderezamos con las corbatas, vasos desechables, servilletas, dulces y todo lo que tuvimos disponible; La comadre brindó con los biberones de su hija y bueno, hasta ahora no tenemos claro quien de las dos se tomó el vino y quien la leche, pero la niña callo dormida enseguida. Haydeé también tiró unas tres veces las copas en la mesa y hasta derramo una botella entera encima de otro invitado, con lo cual nos hizo recordar a quienes la conocemos desde la universidad, su honroso premio “Escar” a la más borracha (Se llama Escar el premio porque somos egresados de la ESCA del IPN).  

Otra víctima de nuestros arrebatos fue la novia, no se espanten, no la fuimos a desvestir ni nada, sólo fuimos a brindar con ella en la mesa de honor, la cual nos quedaba como a varios metros, ya que estábamos en la mesa del rincón como muñecas feas y pues ella estaba en el centro del lugar y si lo piensan bien, por el estado en que nos encontrábamos ese recorrido fue toda una proeza,  la cual bien valió la pena, pues brindamos, reímos, cantamos, gritamos y le hicimos pasar un buen rato, o al menos eso es lo que recuerdo.

Quisiera contarles más, pero la verdad es que sólo viene a mi mente el momento en que ya sentado en la mesa escuche el famoso tema  “Mc Lovya” del internacionalmente desconocido grupo de internet Tropikal Forever. En ese momento vi cumplirse el sueño del novio que también era la amenaza para la novia, de que ese tema sonara en su boda. Después de eso sólo recuerdo que salimos a elevar unos globos de cantoya en medio de la noche con un frío que por poco hace que se me bajara la peda, un poco de karaoke y nada más, aunque la evidencia fotográfica me demuestra que acabé hibernando en mi cama hasta las 6 de la mañana, momento en que el ardor en mi pecho, por mi sensible estomago, me hizo brincar de la cama casi llorando preguntando porqué se me había ocurrido tomarme todas las botellas que amablemente Ezequiel me había acercado.

En fin, con todo y los ardores, molestias y demás, el haber sido invitado (con toda mi familia) a compartir un momento tan importante para Fabiola y Gustavo me confirma lo bien que se siente que gente tan linda te incluya en su vida y me hace reconocer el compromiso tan grande y bonito  que es nuestra amistad. ¡Gracias Fabiola y Gustavo por ser parte de mi vida!